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lunes, 28 de julio de 2014

Capítulo 6: Inexplicable


    Camino hacia el "instituto-colegio" con el diario del protector dentro de la mochila. Me da miedo que alguien me lo robe. Voy incomodísima con este pijama dos o tres tallas mayor que la mía, y los pies descalzos, que ya me pican y me duelen a cada paso que doy. No es que no me guste andar descalza, es que el suelo de todo el orfanato es de piedra dura y rasposa.
    Llego a mi aula y me siento junto a Jen. Ella me mira con gesto asesino medio en broma medio en serio, y se dispone a sacar su libro de Lengua y Literatura de la mochila. “La Sidney” empieza a explicar, y yo espero aburrida a que se acaben las clases. No sirven para nada, no sé ni para qué vengo. En el descanso de cinco minutos que hay entre la clase de Matemáticas y Ciencias, decido escaparme. Supongo que estoy siendo irresponsable, pero no aguanto más las clases. Me dirijo a mi habitación y me tumbo en la cama. Dudo en si leer una nueva página del diario, pero me da miedo que al hacerlo durante el día, se cumplan las cosas que lea antes de esta noche, así que cojo mi móvil. Para mi sorpresa, tengo un montón de mensajes no leídos de Sara, la que menos me esperaba. Todos dicen lo mismo: lo siento, perdóname, tengo cita para abortar, entre Peter y yo ya no hay nada..... Sí, claro. Puede que hayamos sido muy buenas amigas y hayamos vivido muchas tonterías, pero desde ese día en que me enteré de lo que había pasado, se acabó entre nosotras.

                                                 FLASHBACK

    Camino por mi calle esperando un mensaje de mi querido Peter. Dice que tiene que decirme algo muy importante, así que espero impaciente. De repente, se acerca corriendo mi mejor amigo: Max. Nos damos dos besos en las mejillas y sonrío. Él me devuelve la sonrisa, pero su rostro lo delata. Pasa algo malo:
-¿Qué ocurre, Max?
-Nada-contesta el chico, bajando la mirada-.
-Oh, vamos, te conozco perfectamente. ¿Qué pasa?
-Te enfadarás.
-Max, en serio.
-He visto cómo Sara y Peter se besaban.
-¿Qué?-pregunto con la voz rota-. ¿No será mentira, no Max?
-Ojalá que sí, pero no. Les he oído decir que... Sara... está embarazada.
    Me echo a llorar fuertemente y recibo un mensaje de Peter diciendo “Te quiero” justo cuando lo maldigo en silencio.

                                     VUELTA AL PRESENTE

    Mientras sigo pensando en mis aventuras con Sara, llaman a la puerta. Oh, no, cómo me hayan pillado. Me quedo tumbada sin hacer ruido, pero siguen llamando a la puerta sin cesar:
-¡Ele! ¡Soy yo!-Paul-.
Suspiro aliviada y me levanto de la cama para ir a abrir la puerta:
-Hola, Paul.
-Hola.
-Pasa.
-Vale.
   Cuando el chico atraviesa el marco de la puerta, pienso que ha sido un diálogo bastante animado (ironía):
-¿Cómo es que te has escapado de clase?-pregunta el chico sentándose en la cama de Jenni-.
-Es que no soporto dar lo que ya he dado.
-Eso es una tontería.
-Es la verdad, soy una buena estudiante, pero lo que ya he aprendido, ya lo he aprendido.
-Ele...
-Está bien... Es que tengo muchas ganas de seguir leyendo el diario.
-Lo mejor será que lo leas por las noches.
-Y eso es exactamente lo que he pensado.
-Vale. ¿Vamos al bosque?
-¿Otra vez? ¿Por qué no hacemos otra cosa?
-¿Y qué quieres qué hagamos? ¿Ir al cine?
-¿Por qué no?
-Elena, la ciudad está a 50 Km de aquí.
-Robemos el coche del chófer.
-Nos descubrirían. Y no podemos salir de aquí.
-Vale, hay algo que no pillo. El protector quiere protegernos de algo que está aquí, y si nos vamos, ese algo no nos puede hacer nada. ¿Por qué no podemos irnos?
-A medida que sigas leyendo el diario lo entenderás.
-Pues vete, voy a leer.
-Por la noche, Ele, por la noche.
-Vaale. Venga, vamos al bosque.
-¿No has dicho hace un momento que no querías ir?
-He cambiado de opinión-contesto abriendo la puerta-. No hagas ruido-añado-.
-¿Quién es el experto? ¿Tú o yo?
-Yo-contesto riéndome-.
    Salimos de la 99 y bajamos al primer piso. El rellano está vacío, exceptuando la presencia del chófer:
-Mierda, ¿y ahora qué?-pregunto-.
-Sólo podemos esperar a que se vaya.
-¿En serio crees que se va a ir? “La Sidney” lo habrá puesto de vigilante por nosotros.
-Ele, vamos a otro sitio, vamos a la sala de reunión.
-¿Sala de reunión?
-Así se llama el lugar donde te llevó Jennifer para darte el diario.
-No tengo la llave.
-Yo sí, me la dio Stephanie.
-¿Pues a qué esperamos?
    Subimos despacio y silenciosamente al tercer piso, y vamos de puntillas hacia la puerta. Aún están dando clases, y la puerta del aula está abierta:
-Al abrir la puerta haremos mucho ruido-indico-.
-Hay que arriesgarse, déjame a mí.
    Paul mete la pequeña llave en la cerradura semioculta en la pared de piedra y la gira poco a poco. Luego, tira de la puerta lo más silenciosamente posible, y en cuanto ve que su cuerpo cabe, entra en el pasadizo:
-Vamos-me insta-.
    Echando una ojeada a mi aula, divisando los pijamas a cuadros negros, entro en el pasadizo tras Paul. Avanzamos sin decir una sola palabra hasta que llegamos a la sala de reunión. Sin decir nada, me siento en el suelo, y Paul me imita:
-Quiero hablar contigo de algo-me dice el chico-.
-Desenchufa-respondo-.
-Mejor no, se acabaría todo.
-¿Se acabaría qué?
-Nuestra amistad-oh no, creo que estoy empezando a imaginarme algo-.
-Paul...
-¿Ya lo sabes no?
-Creo, creo que sé a qué te refieres, y tienes razón, la estropearía porque...
-Porque tú no sientes lo mismo.
-¡No! Porque si saliéramos y cortáramos todo se acabaría. Y no es que nos conozcamos mucho.
-Eso es lo de menos.
    De repente, Paul se levanta, me coge del brazo y tira de mí. Me tapa los ojos con las manos y cuando me las quita, estamos en el bosque:
-¿Cómo, cómo lo has hecho?
-Siéntate en ese tronco caído.
Le obedezco y espero su respuesta:
-Somos nenders, por eso estamos aquí.
-¿Nenders?
-Mezcla entre humanos y fantasmas.
-¿Qué? Eso no es posible.
-Sí lo es, los fantasmas existen, los vampiros, licántropos y los brujos también.
-¿Y los cazadores de sombras?
-¿Qué?
-Es que cómo estás diciendo criaturas fantásticas, pues faltan los cazadores de sombras.
-Elena, esto es serio.
-¿Estás de coña no? Nenders... eso no existe. ¿Fantasmas? Ni mucho menos.
-¿Y qué es el protector? ¿Un elefante?
-No. Puede que sea un fantasma, o puede que todo esto sea un sueño y me despierte en mi habitación de Miami.
-No, Elena, esto es la realidad, y nosotros, incluida tú y Jake, Stephanie, Mery, Jenni y Max, somos nenders.
-¿Y por qué debo creerte?
-Porque está escrito en el diario y porque sino no habría podido traerte hasta aquí tan sólo cerrando los ojos. Los nenders son mitad fantasmas mitad humanos.
-Ninguno de mis padres era un fantasma.
-Los nenders ven a sus padres normales, uno de ellos dos era un fantasma.
-¿Y por qué mi supuesto familiar fantasma no sigue aquí?
-Porque tu destino era acabar aquí.

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¡Hola mis queridas estrellitas que brillan en el universo! ¿Qué os ha parecido el capítulo? ¡Quiero vuestras opiniones en los comentraios de abajo pliis! ¡Besitos! :D


sábado, 26 de julio de 2014

Capítulo 5: El protector


-Él mismo me lo ha contado.
-¿Qué?-exclamo-.
-No me sorprende, con lo pesada que estabas y sólo llegaste ayer.
-¿Y es culpa mía? ¡Me ocultabais y me seguís ocultando algo muy importante!
-¡El protector es quien te lo tiene que contar!
-Yo creo que al menos debo saber quién es el protector.
-El protector es un chico que murió hace 100 años aquí por culpa de algo que ninguno sabemos, y su fantasma se quedó aquí para protegernos.
-¿Y funciona?
-No. Mis padres murieron porque no funcionó.
-Lo siento, supongo que no querrás ni ver al protector...
-Mis padres me trataban fatal, me da igual.
-Jen... ¿me perdonas?
-Claro-responde la chica-.
Nos abrazamos y decido cambiar de tema:
-¿Es verdad que Paul es tan peligroso?
-No... cuando me enfado suelto cosas que no son verdad.
-Ya tenemos dos cosas en común.
-¿Cuál es la otra?
-Que ambas somos muy cabezotas.
-Jajaja. Ven conmigo, quiero enseñarte algo.
-Está bien.
   Jen tira de mí a través de la habitación y me lleva casi corriendo hasta la puerta oculta del tercer piso. Mira a todos lados y se saca una llave del bolsillo:
-¿Qué haces? ¡Hay demasiada gente!
-Tranquila, cierra los ojos.
-Jen....
-Ciérralos.
    Le hago caso a regañadientes y cruzo los brazos sobre mi vientre. Cuando parece que han pasado unos 10 minutos, oigo una puerta abriéndose y alguien empujándome contra el suelo para sentarme:
-¿Jenni?
-Abre los ojos.
    Abro los ojos y me los restriego con las manos. Tras acostumbrarme a la semioscuridad total de la habitación, veo cómo Jen coge un libro encuadernado en cuero de una pequeña estantería de madera:
-El protector era un chico que estuvo aquí hace ya 100 años, como te dije antes. Averiguó lo que realmente pasaba y pasa aquí y... lo mataron. Nadie supo ni nadie sabe qué es lo que averiguó.
-¿No se supone que no deberías habérmelo contado?
-El protector me regañará, pero me da igual. Es todo lo que sabemos Mery, Stephie, Jake, Max y... Paul.
-¿Sólo vosotros? ¿Y los demás niños?
-Desde que descubrimos este sitio... el protector se nos aparece a menudo. Sólo nos mira y se va.
-¿Y cómo supisteis su historia?
-Encontramos este libro escondido en un arbusto del bosque. Bueno, lo encontró Paul antes de que él y Jake se pelearan. El protector supo que habíamos encontrado el libro y nos dijo quién era y para qué estaba aquí, como a ti.
-Vaya...
-Ahora sabes lo mismo que nosotros y sólo es tu segundo día. Toma-dice la chica, tendiéndome el libro en cuero-. Supongo que querrás saber más cosas. Este libro es el diario del protector.
-¿En serio?
-Sí.
-Vale. Por cierto... ¿cómo me trajiste antes hasta aquí?
-Te guié.
-Jen...
-En serio.
-Jen... no quiero volver a enfadarme contigo.
-Siento que no me creas.
-Es la hora de cenar.
-He traído comida, hoy tenemos una reunión.
-Tengo ganas de dormir...
-Vete si quieres, te lo contaré todo mañana por la mañana.
-Vale. Adiós, Jen.
-Adiós, Ele.
    Me despido de Jen con un beso en la mejilla y comienzo a subir por el pasadizo tanteando con las manos por delante de mí. Llego al final con el pelo empapado en sudor y abro tan solo una rendija de la puerta. No hay nadie, como suponía. Todo el mundo debe estar cenando. Dudo en si ir al comedor o a mi habitación. Si no voy a cenar, la directora sospechará de mí por lo de hoy al mediodía. ¡Sigue teniendo mi mochila! ¡No me acordaba! ¿Qué hago? Seguro que mañana estará esperando a que el dueño de esa mochila vaya a buscarla. Me odio a mí misma, pero no me queda más remedio que bajar al comedor e ir a buscar a Paul. Bajo rápida por las escaleras y me choco con alguien. Paul:
-¿Otra vez?-le saludo-. Justo te estaba buscando. Necesito tu ayuda.
-Soy todo oídos.
-Nuestras maletas, las sigue teniendo “La Sidney”. Estará esperando a que sus dueños vayan a recogerlas, y si mañana me ve sin maleta sospechará de mí.
-Ya me ocupo yo, tú vete a dormir.
-¡Pero te castigarán!
-Ya estoy castigado.
-¿Por escaparte?
-Sí, no les he dicho que la otra maleta es tuya, pero “La Sidney” ya sabe que es de una chica.
-Obviamente.
-Yo la recuperaré, no te preocupes-dice Paul, pasándome un mechón de pelo rebelde por detrás de la oreja-.
Me estremezco. Espero que no lo haya notado:
-Hasta mañana, Paul.
-Adiós, Elena.
-Llámame Ele.
    Subo hasta el tercer piso y frente a mi habitación me encuentro a Jake:
-Hola-me saluda-.
-Hola-contesto con mirada interrogante-. ¿Qué haces aquí?
-La reunión ha terminado-contesta, pasándose la mano por el pelo-.
-Vale... voy a entrar... con Jen...
-Hasta mañana.
-Adiós.
Abro la puerta 99 y veo a Jen tumbada en la cama:
-¿Qué hacía Jake ahí fuera?-pregunto-.
-No tengo ni idea.
-Qué raro...
-Bueno, voy a leer.
-Vale.
    Me tumbo en la cama y me saco el diario del protector del bolsillo interior de mi chaqueta. Sintiendo un cosquilleo en los dedos, abro la primera página:
12 de febrero de 1914
Hola, soy William Perkin. Acabo de perder a mis padres y recibí esta pequeña libreta para escribir en ella, así que eso es lo que hago. Me acaban de trasladar al orfanato Green Day, donde hay una directora llamada Sidney-¡Sidney! No es posible-. Los niños son muy pálidos y flacuchos y me han mirado con ojos vacíos y opacos. Me han trasladado a una habitación con el número 99. Tengo un compañero llamado Matt Skins, que no me ha dirigido ni una sola palabra. Todos los días hace exactamente el mismo ritual. Parece un robot. Tenemos que ir siempre con una especie de pijama a cuadros negros y con pies descalzos. Sólo tenemos derecho a comer una ración de comida, y dos veces al día. Las clases, si es que se les puede llamar así, son horribles, sobre todo para mí. No voy a poder llegar a ser nadie. Las camas son duras y las sábanas ásperas y sucias. Este lugar es muy raro, y pienso averiguar por qué.
-Vaya, menuda primera página-le digo a Jen, pero ya está dormida-.
    Dejo el diario sobre la mesita de noche y me quedo en ropa interior. Apago la luz e intento dormirme.

    Me desperezo y miro a mi alrededor. Jenni se está vistiendo. Miro a mi izquierda y veo mi maleta:
-¡Oh, gracias a Dios!
-¿Qué?-pregunta Jen-.
-Nada.
Me levanto de la cama y me dispongo a vestirme:
-Ele, hoy nos obligan a ponernos esto-dice Jen, señalando un pijama a cuadros negros que está colgado en el armario:
-¿Qué? ¡Es lo que le pasó al protector!
-Joder...
-¿Qué pasa Jen?
-Cuando los demás nos leímos el diario no pasó esto... Lo mejor será que dejes de leerlo o que lo quememos.
-¡No! ¡Aquí puede haber pistas!
-¡Pero Ele! ¡En ese diario todo es malo! ¿Qué quieres? ¿Que nos pase todo eso a nosotros?
-¡Puede que sólo sea una casualidad!
-Ya veremos... Si sigues leyendo el diario y sigue pasando esto, lo quemamos.
-Está bien.
    Me pongo el pijama a cuadros negros y me dispongo a ponerme los zapatos:
-¡Ah! ¡¡Y tenemos que ir descalzos!!-grita Jen tirándose de los pelos-.
    La chica sale de la habitación dando un portazo y yo voy tras ella después de hacerme una cola alta y colgarme la mochila a la espalda. Al salir, veo a todos vestidos iguales, descalzos, con rostro enfurecido. Menos mal que sólo Mery, Stephie, Max, Jake, Paul y yo sabemos lo del diario.
Bajo las escaleras y me topo con Paul:
-Qué guapa-dice irónicamente-.
-Anda que tú-contesto riéndome-.
-Sé que sabes lo del diario.
-¿Cómo?
-Ayer Jen me pidió que fuera a la reunión, y nos lo contó a todos.
-¿Jake estaba?
-No.
-¿Y qué hacía frente a mi habitación diciéndome que la reunión había terminado?
-No sé.
-Por cierto, gracias por la mochila.
-No hay de qué.
-Vamos a desayunar.
    Caminamos quejándonos por algo que se nos hinca en un dedo del pie o algo que se nos queda pegado hasta que llegamos al comedor. Lo único que hay en el plato es una rebanada de pan reseca con mantequilla por encima:
-Gracias, Ele-me dice Max, que se me ha acercado por detrás-. Tenemos que quemar ese diario. Las cosas que vienen ahí sólo acaban de empezar. La última página es cuando matan al protector... ¿qué pasa si alguno de nosotros muere?
-Tengo que terminar de leer ese diario, así que hay que aguantar.
-Vaale-contesta el chico alborotándome el pelo-.
De reojo, veo cómo Stephie me mira triste, así que me acerco a ella:
-Lo siento.
-No pasa nada.
-Intentaré que Max no se comporte así conmigo.
-Sólo se ha comportado como un buen amigo. No pasa nada-repite la chica-.
-Está bien-respondo, bajando la mirada-. Y también siento lo del diario, pero voy a terminar de leerlo.

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¡Hola, mis queridas estrellitas que brillan en el universo! ¡Espero que os haya gustado este capítulo y que cada vez os estéis enganchando más! Y quería recordaros que a mi blog y a mí no nos matarían unos comentarios de nuestros lectores fieles... ¿verdad? ¡Besitos! :))


jueves, 24 de julio de 2014

Capítulo 4: Sospecha


-¡Arriba, Elena! ¡Llegamos tarde!-me exclama una voz impertinente-.
    Resoplo fuertemente y miro a Jen. Está poniéndose un top, unos shorts vaqueros rotos y unas vans negras. Oh no, el “instituto-colegio”:
-No quiero ir.
-¿Sabes que si no vas “La Sidney” te castigará de por vida?
-Ni lo sabía, ni me importaba.
-Yo que tú iría.
   La chica sale de la habitación dejándome sola, no sin antes tirarme un cojín a la cara. Estoy deseando contarle lo de Paul, pero tengo que fingir que aún estoy enfadada por lo de ayer. Quiero que sepan que soy muy cabezota y que tengan cuidado conmigo.
    A regañadientes, me visto con unos shorts deportivos negros, una camiseta de tirantes blancas y una gorra de Obey y salgo con la mochila que utilizaba para mi antiguo instituto. Voy mirando el Whatsapp mientras subo la escalera hasta el tercer piso. Apenas hay cobertura, y eso me pone de los nervios. Mientras guardo el móvil en la mochila, me choco con alguien. Es Paul:
-¿Siempre que nos encontremos tengo que chocarme contigo?-es mi saludo-.
-¿No te gusta?-me pregunta sonriendo pícaro-.
-No es que no me guste, es que duele. ¿A dónde vas? ¿No tienes clases?
-Voy a hacer novillos. Además, no estoy en tu curso.
-¿Cuántos años tienes?
-Diecinueve.
-¿Y por qué sigues aquí?
-Porque no tengo nada que hacer. ¿Vienes?
-Es mi primer día, la directora se dará cuenta de mi ausencia...-contesto, a pesar de que tengo unas ganas horribles de dar una vuelta con ese chico-.
-Como quieras. Adiós.
Paul me rodea rozando mi brazo y me deja allí de pie:
-¡Hola!-me saluda Stephanie, que se ha acercado a mí-.
-¡Hola!
-Oye... ¿ya conoces a Paul?
-Sí... y ya sé que él y Jake no es que se lleven muy bien, pero... es interesante.
-Lo sé. Cuando estaba en nuestro grupo, Mery estaba colada por él.
-¿Y por qué se fue con Jake?
-Porque Paul no demostraba que la quería como lo hacía Jake.
-Ah.
-Paul empezó a demostrarlo cuando Mery y Jake empezaron a salir, y luego ellos dos se pelearon y Jake salió ganando. Dijeron que quien perdiera tendría que irse del grupo.
-Menudo lío-contesto resoplando-.
-Oye... a ti te gusta Jake, ¿verdad?
-No sé... rompí con mi novio antes de venir aquí. Me engañó con mi mejor amiga.
-Vaya, lo siento.
-¿Y qué tal tú con los amores?
-Horrible. Me gusta Max, pero a él le gusta Jenni, y ella es mi amiga.
-¿Y Jenni?
-Ella pasa de todo-contesta riéndose-. Vamos a clase, que llegamos tarde.
    Entramos en nuestra aula, donde ya están sentadas mis amigas y cinco o seis más chicas que aún no conozco. La directora me entrega un libro de Ciencias, otro de Matemáticas y otro de Lengua y Literatura:
-Directora, ¿cómo nos vamos a sacar Bachillerato dando sólo tres asignaturas?
-Fácil. No os lo sacáis.
-¿Y si nos hace falta para buscar trabajo?
-Pues te pagas un instituto privado.
-Bueno, pues vale.
    Paso las cinco horas de clase aburridísima. Estamos “repasando” las ecuaciones de tercer grado y los monomios y polinomios. ¡Si eso es de 2º de la ESO!
    Por fin, la directora nos ordena que salgamos de allí y acaban las clases. Stephanie y Jen se acercan a mí:
-¿Por qué te has puesto así por lo del trabajo? ¿No ves que no podemos salir de aquí?-me dice Jen-.
-¿Qué dices? ¡Esto no es una cárcel! ¡En cuanto sea mayor de edad, puedo largarme!
-¡No! ¿Sino por qué crees que Paul sigue aquí?-interviene Stephanie-.
-¿Paul?-pregunta Jen-. ¿Lo conoces?
-Sí, no me has dejado contártelo. Y Paul me ha dicho que sigue aquí porque no tiene nada mejor que hacer.
-Claro, claro-contesta Jenni-.
-Oye, no te pongas así. ¿Cómo sé que no puedo irme sino me contáis lo que pasa?-me quejo-.
-Ocúpate tú, Stephie.
-Ele... sólo te diré algo. El chico de las gafas que viste... todos lo hemos visto y todos supimos lo que ocurría después, solos. Nadie nos lo contó, ni nadie te lo puede contar.
-Está bien. Me voy con Paul.
-No puedes, hay que comer.
-No quiero.
-Aunque no quieras, no puedes escabullirte-continúa insistiendo Jenni-.
-¿Qué pasa? ¿Te gusta Paul o qué?
-¡No! Tú no supiste lo que le hizo a Jake.
-¡Oh, vamos! ¡Tampoco debió de ser para tanto!
-Tú no sabes nada-concluye la conversación Jenni alejándose de allí-.
-¿Y a ésta qué mosca le ha picado?-pregunto a Stephie-.
-Tiene la regla.
-Ah, eso lo explica todo-contesto irónicamente-.
    Me despido de Stephie. A pesar de la discusión con Jenni, sigo queriendo ir con Paul. Salgo disimuladamente del orfanato y me encuentro al chico escondido tras unos arbustos. Cuando me acerco a él, enseguida me susurra:
-Sabía que vendrías.
-¿Llevas esperándome aquí desde esta mañana?
-Puede. Vamos, quiero enseñarte algo. Deja la mochila aquí.
    Me coge de la mano y tira de mí a través de un estrecho sendero por el bosque. Los árboles cada vez son más densos y más altos, y los rayos de luz apenas llegan a nosotros:
-¿Dónde me llevas?
-Como te vas a quedar sin comer, a hacer un picnic.
    Llegamos a un claro lleno de hojas secas. En él hay un mantel blanco a cuadros rojos en el cual hay una cesta llena de sándwiches, una tortilla y refrescos:
-Qué hambre, y gracias.
-No hay de qué.
    Nos sentamos en el mantel, y mientras me como un sándwich, me dice:
-Oye, me he enterado de lo que te pasó en la ducha.
-¿Cómo lo sabes?
-Sigo hablando con Stephanie y Jen. Son las más honestas. Además, a todos nos ha pasado eso.
-¿Me cuentas tú quién es ese tío de las gafas?
-No debo ser yo quién te lo cuente. Lo sabrás tú sola.
-Ya, claro...
-Oye, yo quiero contártelo, Stephie y Jen también, pero... si te lo contamos nosotros, no lo sabrás tú sola, es más... no entenderías nada y...
-Vale, hablemos de otra cosa porque me estás liando. Jen me ha dicho con una... indirecta, que eras peligroso.
-¿Qué?
-Me dijo que le habías hecho mucho daño a Jake...
-¿Y tú la crees? Mira, Jen me cae bien, pero esa chica tiene un problema...
-No hables mal de ella.
-¿Qué no hable mal de ella? ¡Se ha enfadado contigo sin razón!
-Oye, tengo que irme. Gracias por el picnic.
    Me levanto, y sin girarme, empiezo a caminar por el sendero de vuelta al orfanato. Ya no tengo hambre, pero aún tengo una cosa por hacer. Se acabó la cabezonería. Tengo que disculparme con Max, Mery, Jake y Jenni. Camino tranquilamente, hasta que algo me coge por detrás. Justo cuando voy a gritar, ese alguien me tapa la boca. Me lleva detrás de unos árboles, me gira y....
-¡¿Qué coño quieres?!-le grito al chico de las gafas-.
-Tú.... tú.... ya has entrado..... no puedes salir.... ten cuidado.... no te alejes de tus amigos.... nunca... nunca te quedes sola-me contesta con voz ronca-.
-¿Quién eres?-pregunto bruscamente-.
-Soy el protector-contesta desapareciendo-.
    Me quedo quieta, sin poder moverme. ¿El protector? ¿Para protegerme de qué? ¿Alguien tan raro, que desaparece sin más y que ni conozco? Me levanto y escucho alguien correr hacia mí:
-¿Estás bien? Te he oído hablar con alguien-dice Paul-.
-Era... era el protector-contesto suspirando-.
-¿Ya te ha dicho quién es? Es demasiado pronto.
-Qué más da. Sólo me ha dicho que es el protector, nada más. No entiendo nada.
-Aún no sabes todo.
-¿Y tan grave era decirme que ese tío es el protector?
-Sí, porque... ¡oh, no! ¡La directora! ¡Escóndete!
-¡Paul!
    Veo al chico irse corriendo por la dirección contraria. Me escondo tras un ancho alcornoque, y al pasar la directora, veo que lleva nuestras mochilas. Mierda. Espero que no sepa que son nuestras. La veo alejarse, y sé que es mi oportunidad. Salgo de mi escondite y voy corriendo al orfanato. En el corredor me encuentro a Paul:
-Lleva nuestras maletas-le digo-.
-Ella sabe que es la mía, me ha pasado muchas veces, pero no sabe de quién es la otra.
-¿Y qué hace cuando pilla que alguien ha salido?
-Mejor que ni lo sepas. Vete a tu habitación. Si nos ve aquí, sospechará.
-Está bien... y, gracias por todo-me despido, dándole un beso en la mejilla-.
    Camino hasta el segundo piso, a la habitación 99. Al entrar, veo a Jenni tumbada en su cama. Genial, también es una cabezota:
-Oye, Jen... si te he molestado... lo siento.
-No te preocupes. Sé que ya has visto al protector.
-¿Cómo lo sabes?
-Él mismo me lo ha contado. 

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¡Hola, mis queridas estrellitas que brillan en el universo! ¡Espero que os haya gustado este capítulo! Mi blog y yo tenemos hambre... ¡de comentarios! Si me hacéis el gran favor de dejarme un comentario, aunque sea chiquitito, ¡¡os lo agradecería muchísisimo!! ¡Besitoos! 

miércoles, 23 de julio de 2014

Capítulo 3: Primera reunión


-Se ha desmayado.
-¿En serio?
-Sí, creo que se imaginó algo...
    Escucho un murmullo de voces que me martillea los oídos. No consigo moverme, mis articulaciones no me obedecen. Venga Elena, levántate:
-¡Ele! ¿Estás bien, cielo?-papá....
-¿Papá?-pregunto con la voz rota-.
Nadie contesta, solo escucho unos pasos cada vez más cercanos a mí:
-Ele... soy Jennifer.
-Hola-contesto, abriendo los ojos-.
    La chica va con el pelo mojado y un largo camisón que le llega por los muslos:
-¿Estás bien?
-Valiente primer día.
-Anda, tonta.
-Luego te cuento qué es lo que he visto.
-Vale, pero ya me tengo que ir.
-Oh, no. ¿Esta noche tengo que quedarme aquí?
-Si te encuentras bien, escápate. Te espero en la habitación-me contesta guiñando un ojo-.
    Jennifer sale de la estropeada enfermería lenta y silenciosamente. Miro a mi alrededor. No hay nadie, pero poco después llega “La Sidney”:
-Hola, señorita Maybe.
-Hola.
-Me han contado su accidente en la ducha. Me gustaría que me contase lo que ocurrió.
-No fue nada.... sólo un mareo-miento-.
-¿Está usted segura?-me pregunta la mujer arqueando una ceja-.
-Sí... ¿Podría irme a mi habitación?
-No sería prudente.
-Me encuentro bien.
-De acuerdo, y acuéstese pronto. Mañana empiezan sus clases.
-Vale, adiós-me despido, levantándome de la cama y saliendo de allí-.
    Mientras camino hacia el segundo piso, recuerdo que antes de haberme desmayado volví a ver al gafotas con granos, y que me atravesó... Llego frente a la puerta de la habitación 99 y la empujo. Está abierta. Allí me encuentro a Jenni, a Mery, a Max, a Jake y a Stephie:
-¿Qué hacéis aquí?-susurro, intuyendo que reunirse en una habitación por la noche está prohibido-.
-Tendremos que darte una fiesta de bienvenida, ¿no?-contesta Stephie sonriendo pícara-.
-¿Qué? Ni se os ocurra, odio las fiestas, me da vergüenza. Además, seguro que están prohibidas.
-¿Aún no te has leído las reglas, señorita?- me pregunta Jake-.
-Pues... no.
-Dejemos de hablar o no nos dará tiempo a nada. ¿Vienes o no, Ele?-interviene Jenni-.
-Está bieeen.
Salimos con pasos silenciosos al pasillo. Intuyo que vamos a salir del orfanato, pero en vez de bajar a la salida, subimos al tercer piso:
-¿A dónde vamos?-le pregunto a Mery-.
-Un día que estábamos haciendo novillos encontramos un pasadizo subterráneo cerca del “instituto-colegio” que lleva a la salida.
-¿En serio? ¿Y cómo es que no os habéis escapado?
-No podemos por una razón muy sencilla.
-¿Cuál?
-Ya la sabrás.
    Otra que me oculta algo. Seguro que los demás lo saben. Pero bueno, eso es lo malo de ser la nueva, que siempre tardas en saber todas las cosas. Seguimos caminando hasta el tercer piso, pero en vez de entrar al “instituto-colegio”, avanzamos más adelante, donde hay una cerradura casi invisible en la pared:
-Aquí no hay ninguna puerta-susurro-.
-Sí que la hay-me contesta Jake-. Tú espera.
    El chico, que va a la cabeza, se saca una pequeña llave del bolsillo trasero del vaquero:
-¿Cómo es que tenéis esa llave?
-Estaba escondida en uno de los pupitres de nuestra aula del “instituto-colegio”-contesta Max-.
-¿En serio? Pues el que intentó esconderla lo hizo muy mal.
-Ya te digo.
    Jake gira la llave en la cerradura y tras un chirrido que parece delatador, se abre una puerta de piedra que antes estaba totalmente camuflada en la pared. Nos metemos en ella y Max, que va el último, cierra con cuidado. Alguien enciende una linterna. Es Jenni:
-Siempre que venimos la traigo-casi grita-.
-¿¡Qué haces?!-exclamo alarmada-. ¡Nos van a oír!
-¡Tranqui! Esta pared de piedra está insonorizada. Estamos seguros al cien por cien.
-Bueno, vale.
    Caminamos por un túnel oscuro y húmedo. El camino es cada vez más empinado y el techo más bajo. Casi cuando vamos por el final, estamos obligados a ir a gatas. Tras media hora avanzando por el pasadizo, vemos la salida. Estamos en una especie de cabaña:
-¿Qué es esto?-pregunto, alisándome la ropa-.
-Nuestro lugar de reuniones. Bienvenida-explica Jenni-.
    Nos sentamos en el suelo de madera. No hace mucho frío, estamos en primavera. Todos me miran. Parece que esperan a que les cuente algo:
-Bueno, ¿nos explicas qué es lo que viste en la ducha?-pregunta Stephie-.
-¡Ah! ¡Eso!
-Pues que se estaba quitando la ropa, luego la ropa interior....-bromea Jake-.
-¡Eh!-exclama Mery riéndose mientras yo me pongo como un tomate-.
-No, venga, ya en serio. ¿Qué te pasó?
-En la cena vi a un tipo raro con gafas y granos sentado al lado mía. Se lo conté a Jen, pero me dijo que ella no lo veía.
-Es que no veía nada-miente la chica, sin que lo sepa Elena-.
-Pues no dejaba de mirarme, y además era asqueroso. Terminamos de cenar y nos fuimos a la habitación. Subí a ducharme y me lo encontré escondido detrás de la cortina. Le grité y me echó un aliento a muerto en la cara. Luego me atravesó, no sé cómo, sentí escalofríos y me desmayé-me salto la parte en la que oí a mis padres gritar en el accidente-.
-Vaya... pues no sé qué decirte-interviene Max-.
-Oye, desde esta mañana me he dado cuenta de que Jen me ocultaba algo, luego también Mery, y sé que todos lo sabéis. ¿Por qué no me lo contáis?
-Aún no.
-Has llegado hoy.
-Es demasiado pronto.
-Es peligroso.
-No podemos.
-Lo siento.
-Pues vale, pensaba que podíais confiar en mí-contesto enfadada levantándome y dispuesta a irme-.
-¡Ele! ¡No te lo contamos por tu bien!-exclama Jenni colocándose de pie a mi lado-.
-¿Qué pasa? ¿Que ahora que mis padres han muerto y he llegado hoy aquí pensáis que soy débil?-grito llorando-. ¡No me conocéis!
-¡Elena! ¡Te juramos que te lo queremos contar! ¡Pero es demasiado pronto!
-¿Y si me lo contáis qué pasa? ¿Tan grave es?
-Sí.
-Pues vale-doy por finalizada la conversación entrando en el pasadizo-.
    Avanzo y tengo la sensación de que nadie va tras mí. Cuando puedo ir de pie me giro, y, definitivamente, en este puto túnel no hay nadie salvo yo. Llego a la puerta, la abro y me alejo de allí. Camino hasta mi habitación. Todo está a oscuras. Llego a la 99, pero me choco con algo:
-Hola-me saluda una voz de chico-.
-¿Quién eres tú?-pregunto-.
-¿Qué tal si entramos a tu habitación y te lo cuento?
-Está bien, total, que más da.
    Saco la llave de mi bolsillo trasero de los shorts y la meto en la cerradura. Pienso que ese tío a a lo mejor es uno de esos pervertidos que lo único que quieren es echar un polvo, pero me da igual. Abro la puerta y entro con él tras mí. Me giro. Guau. Está bueno, no puedo evitar mirarle de arriba a abajo. Es moreno con los ojos verdes, el típico actor buenorro con miles de chicas loquitas a sus pies:
-Soy Paul.
-Yo Elena.
-Ya lo sé.
-Y bueno, ¿qué quieres?
-Ser tu amigo.
-Eso está hecho.
-No me acerqué antes a ti porque vi que estabas con ese idiota de Jake.
-¿Te cae mal? Porque también es mi amigo.
-Me cae fatal. Ahora mismo podría ir y partirle la cara.
-No te pases. ¿Qué te hizo?
-Me robó a Mery.
-Ah bueno, veo que todos estáis colados por ella.
-¿Te gusta Jake?
-Está bueno, eso es todo.
-¿Y yo no lo estoy?
-Oye, si vas a preguntarme cosas de ese tipo, te largas.
-Vale, vale.
-¿A qué has venido en realidad?
-Yo también conozco el pasadizo donde habéis estado esta noche.
-¿Nos has espiado?
-Antes yo también iba con ellos, hasta que Jake me robó a Mery y nos peleamos. Te has peleado con ellos, lo sé, ¿por qué?
-No me han querido contar algo.
-¿El qué?-me pregunta, acercándose más a mí-.
-No es... no es de tu incumbencia-.
-Está bien, nos vemos mañana. Adiós, Ele-se despide Paul dándome un beso en la mejilla-.
    Sale de la habitación guiñándome un ojo y me deja sola. Tras recuperarme de la sorpresita, me meto en la cama y apago la luz. No pienso esperar a Jenni. Estoy enfadada con ella y con los demás, y soy muy cabezota. Me han pasado demasiadas cosas en este primer día. Aunque ese Paul... me atrae más que Jake, tiene un aire... interesante.

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¡Holiis! Buenoo, espero que os esté gustando la novela y os recuerdo que sois mis estrellitas que brillan en el universo y que me dejaréis unos comentarios... ¿a qué lo haréis? Me haríais muyyyy feliiiz *__*. ¡Besitos y gracias por leerme!






martes, 22 de julio de 2014

Capítulo 2: Compañeras


-Hola, soy Elena Maybe-digo-.
   Espero quieta una respuesta, pero nadie habla. Creo que hasta todo el mundo puede oír el rápido latido de mi corazón. Tierra, trágame:
-Hola, señorita Maybe. Bienvenida a Green Day.
Subo la mirada y veo que la que ha hablado es la mujer del moño:
-Soy la directora Sidney. Aquí mando yo, téngalo en cuenta desde ahora. Bien, todos estos son los niños del orfanato.
   Se escucha un murmullo de “holas” tímidos en la habitación, y, a continuación, la directora se acerca a mí y me coge del hombro:
-La acompañaré a su habitación.
    Agarro mi bolso con más fuerza aún mientras la directora Sidney tira de mí por unas escaleras de caracol de madera. Detrás de mí, puedo oír cómo los demás niños y jóvenes se mueven por la sala y se susurran entre ellos. Seguramente están hablando de “la nueva”.
    Llegamos al segundo piso, que consiste en un largo pasillo de paredes blancas, el suelo de madera y un montón de puertas de hierro negras a los lados. A medida que avanzamos, puedo observar que en cada puerta hay un número y debajo un pequeño cartelito con los nombres de las personas de esa habitación. Oh, no. ¿Tengo que compartir habitación con alguien? Llegamos a la puerta 99. Genial, mi número de la mala suerte. Antes de atravesar la puerta, veo que en el cartelito pone mi nombre y el de otra chica, el cual no consigo leer. ¿Quién será?:
-Bien, dentro de dos horas tendrá que bajar a cenar. Podrá instalarse y guardar sus cosas. Las duchas son después de la cena. Las demás normas están encima de su cama. Bienvenida de nuevo, Elena.
    Espero a que la mujer salga por la puerta y me dirijo corriendo a mi nueva e incómoda cama:
-¡Pero qué coño...!-exclamo-.
    Pensaba que las normas consistían en tan solo la cara de una hoja, pero no, las normas que me faltan por leer son dos folios por las dos caras. Suspiro exasperada. Qué bien empiezo. La directora no me ha dicho nada de mi compañera de habitación. ¿Quién demonios será?
   Me paso una hora ordenando mi ropa y mi neceser, pero nadie aparece. Me siento en la cama, luego me tumbo, miro al techo. ¿Qué hago yo aquí? Entonces, escucho cómo se gira el pomo de la puerta. Se me pone la piel de gallina. Me levanto de la cama y me aliso la ropa. Si quiero caer bien a la gente, tengo que estar presentable. Tras un segundo que parece interminable, lo primero que veo es una larga y lisa cabellera rubia. La desconocida se gira y cierra la puerta. Parece que aún no se ha dado cuenta de mi presencia. Entonces, me mira:
-¡AH! ¡Dios! ¡Me ha tocado la nueva!
-¡Oye, la nueva tiene nombre! Soy Elena Maybe-me quejo-.
    Tras el susto, la rubia se acerca a mí tendiendo la mano y mostrando una pícara sonrisa:
-Hola, neófita. Soy Jennifer Clevey. Encantada.
-Igualmente-respondo, estrechándole la mano-.
-Está bien. Supongo que estás aquí porque eres huérfana, ¿no?
-¿Por qué iba a ser si no?-pregunto, aguantando las lágrimas-.
Jennifer se da cuenta y me pide disculpas:
-Vaya, debió de ocurrir hace poco... Lo siento... Yo ya llevo aquí cinco años.
-¿Y cuántos años tienes?
-Diecisiete.
-¡Igual que yo!
-Bueno, tú sólo tendrás que aguantar un año aquí.
-Si no tengo planes en un año, no tendré más remedio que quedarme.
-Cambiemos de tema, hablar de salir de aquí me ilusiona demasiado.
-¿Por qué dices eso? En un año te puedes largar.
-No te creas.
-¿A qué te refieres?
-¡Anda! ¡Tengo que enseñarte el orfanato! ¡Vamos! ¡Tenemos una hora!-cambia de tema mi nueva amiga-.
   Resoplando, salgo de la habitación tras Jennifer. Mientras andamos por el pasillo hasta una escalera que lleva a un tercer piso, la chica me dice:
-Puedes llamarme Jenni o Jen.
-Y tú a mí Ele o Eli-respondo sonriendo-.
    Bueno, pues al final me alegro de tener a alguien en mi habitación. Jenni me está cayendo genial. Subimos por la escalera que lleva al tercer piso. Éste pasillo también está lleno de puertas, pero éstas no pertenecen a habitaciones:
-A cada habitación le pertenece una ducha. La nuestra es la 99, como el número de nuestra habitación. Las duchas son después de cenar, y es obligatorio ducharse.
-Bueno, yo ya me duchaba antes todos los días.
-Ya, pero el agua de aquí es una mierda y el champú te deja el pelo encrespado.
-Pues tienes el pelo muy bien.
-Tengo mis propias reservas-me explica sonriendo-.
    Seguimos caminando hasta llegar a una puerta más ancha que las demás. La atravesamos y entramos a una especie de vestíbulo con varias puertas. Cada una tiene un cartel. Leo unos cuantos y adivino que son aulas. Jenni habla antes que yo:
-Aquí se imparten las clases. Es como un instituto normal, pero peor. Las clases las dan la directora, el tío que te ha traído hasta aquí y el jardinero. Los demás profesores se piraron hace tiempo, y no sólo porque tuvieran un sueldo de pena. 
   De nuevo me oculta algo:
-Empezarás las clases mañana. Los de nuestra edad damos cinco horas, de 6:00 a 11:00. Nos da clases la directora.
-Está bien, pero no hablemos más del instituto. Hablemos de algo más personal-intervengo, con una sonrisa traviesa-. ¿Por aquí hay tíos buenos?
-Unos cuantos, pero mejor que ni les hagas caso. Se supone que aquí las relaciones están terminantemente prohibidas. Según “La Sidney”, no quiere tener más niños, y dice que las chicas se eduquen por su lado y los chicos por otro.
-Concluyendo, ¿no daremos las clases con ellos?
-Los chicos y las chicas sólo estamos juntos a las horas de desayunar, comer y cenar, y cuando llega uno nuevo, como hoy.
-Genial.
-¿Qué pasa? ¿Querías un ligue?
-Antes de venir aquí mi mejor amiga me engañó con mi novio, Peter, así que quería olvidarme de él.
-¿Usas a los tíos como pañuelos de usar y tirar? Me gusta...
-¡No! Sólo que Peter es la relación más seria que había tenido hasta ahora y... pues eso.
-Estando aquí no te hará falta un tío para olvidarlo. Vamos a cenar o nos castigan.
    Salimos del “instituto-colegio” y bajamos las dos escaleras. Llegamos al corredor donde me presenté y atravesamos una puerta enorme de metal que está en la pared norte de la habitación. Hay dos mesas bastante largas a los dos lados de la sala. Perdida, sigo a Jenni, que se dirige a la mesa de la derecha. Por lo que puedo ver, permiten a los chicos y chicas estar juntos. Nos sentamos en unas sillas de madera, yo a la derecha de Jennifer. A mi derecha hay un chico con gafas muy raro que me mira babeando. Me pego todo lo que puedo a Jenni:
-¿Quién es ese?
-¿Quién?
-El que está al lado mía con las gafas.
-¿Pero qué dices, tía? El chico que está al lado tuya es Mike.
-¡No! Hay un chico con gafas babeando. Está lleno de granos y me da yuyu.
-Pues yo no veo nada, te lo estarás imaginando tía.
-Lo que veo es muy real.
    Me dispongo a comer dando por finalizada la conversación. En el plato hay un no apetitoso puré de patatas amarillo, acompañado de zanahorias y un vaso de agua. Como, intentando no vomitar. El puré sabe a cebolla. Al terminar mi plato, llega el postre. Bien, es una tarta de chocolate. Mientras me aparto un trozo, miro disimuladamente al chico de las gafas. ¿Cómo es que Jenni no lo ve? Si hasta podría tocarlo.
    Terminamos el postre. La directora me saca, para mi sufrimiento, delante de todo el mundo, de nuevo para presentarme. Bajo rápidamente las escaleras del pequeño escenario donde he estado de pie durante veinte segundos y me reúno con Jennifer. Al acercarme, puedo ver que está con un pequeño grupo de personas:
-¡Hey, nueva!-me saluda un chico bastante mono-. Soy Jake.
Le doy dos besos en las mejillas:
-Yo soy Stephanie, llámame Stephie.
-Yo Mery.
-Yo Max-Max... me recuerda a mi mejor amigo de Miami-.
-Encantada de conoceros.
    Empezamos a caminar por el corredor y subimos por las escaleras. El que me ha llamado más la atención es Jake, pero con el que más he hablado por ahora ha sido con Max. Llegamos al pasillo de habitaciones, y me da un poco de corte al ver cómo la chica llamada Mery le da un beso en la boca a Jake. Vaya, pues está cogido. Jenni y yo nos despedimos de los demás y entramos en la habitación. Enseguida, me siento en mi cama:
-¿Qué te pasa, Ele?-me pregunta Jenni, sentándose a mi lado-.
-Nada...
-Sé que estás triste, es tu primer día.
-Ya me acostumbraré-contesto sonriendo-.
-Por cierto, he visto que no dejabas de mirar a Jake. ¿A qué es mono?
-Sí, pero está con Mery. Los he visto besarse antes.
-¿Esos dos?
-Sí.
-Te habrás confundido con Stephanie.
-No creo, no se parecen mucho.
-Pues habrán empezado a salir y ni me he dado cuenta-miente Jen sin que lo sepa Ele-.
-¿No los castigarán?
-Tendrán cuidado.
-Voy a ducharme.
-Vale, termina rápido.
    Cojo mi pijama y mi toalla y salgo de la habitación. Camino despacio hacia el tercer piso. Llego al pasillo de las duchas con la llave en mano y abro la 99:
-¡AH! ¡ASQUEROSO, QUÉ HACES AQUÍ!-grito al ver al gafotas que me miraba en la cena en nuestra ducha, escondido tras la cortina-.
    El chico no me contesta, sino que se acerca a pocos centímetros de mí, me echa un aliento a muerto en la cara, me atraviesa, no sé cómo, siento escalofríos por todo mi cuerpo, escucho los gritos de mis padres en el accidente, y siento cómo caigo al vacío. 

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¡Hola, queridísimos lectores! ¡Espero que este capítulo os haya parecido interesante! Y que sepáis que agradezco muchísimo que me leáis, y como sé que sois unas estrellitas que brillan en el universo, me dejaréis unos comentarios con vuestras opiniones, ¿a que sí? ;D  ¡Muchos besitos!